El rendimiento académico depende de los conocimientos previos de los que se disponga, las aptitudes intelectuales del estudiante, su motivación y las técnicas y hábitos de estudio. Aún así, existen numerosos factores a tener en cuenta en el momento de ponerse a estudiar. Es importante disponer de un lugar de trabajo adecuado, una rutina de estudio y eliminar numerosos distractores de nuestro entorno. A continuación, se facilitarán algunas cuestiones a tener en cuenta a la hora de ponerse a estudiar.
¿Cómo ha de ser el lugar de trabajo?
- A ser posible siempre se ha de intentar estudiar en el mismo lugar.
- Silencioso.
- Sin música, pero en el caso de hacerlo, clásica y sin voces, puesto que podrían interferir con el material estudiado.
- La silla ha de ser cómoda, pero no en exceso. Evitar asientos muy mullidos, reclinables, etc. Una excesiva comodidad podría terminar por ser un factor que disminuya la concentración.
- La iluminación preferiblemente natural o, si no, una luz directa sobre los apuntes acompañada de una luz ambiental en la habitación.
- La temperatura preferiblemente entre los 18ºC y los 22ºC.
¿De que depende el que podamos concentrarnos y mantener la atención?
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Factores externos (referente al ambiente):
Existen numerosos factores que determinan nuestra atención. Algunos dependen del tipo de letra y el texto (Por ejemplo, algo que esté escrito en negrita o en mayúsculas llamará más nuestra atención. El contraste entre estas partes y el resto del texto determinará nuestra atención, así como el hecho de si existan dibujos o no). Es más sencillo atender a algo novedoso, aunque si se repite el tema es más fácil retenerlo en la memoria, siempre y cuando no sea en exceso.
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Distractores externos:
El ruido o una luz o temperatura poco adecuada dificultará la tarea, al igual que la ausencia de un horario o una rutina de estudio. Dejarse llevar por la pasividad o comodidad inicial podrá convertirse en un obstáculo importante. Realmente merece la pena realizar un esfuerzo hasta alcanzar cierta concentración, que después mantener no resultará tan difícil. Si el tema es excesivamente difícil o excesivamente fácil podrá complicar nuestra concentración, al igual que si resulta un tema monótono. Otro distractor será la existencia de otras cosas que nos interesen o motiven más.
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Factores internos (referente al estudiante):
La atención dependerá en buena medida de nuestras necesidades e intereses, así como de nuestros hábitos y expectativas. Obviamente, aquello que nos interesa despierta mucho más nuestra atención.
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Distractores internos:
La existencia de conflictos personales supone un enorme obstáculo en el momento de concentrarse. Es normal que otras preocupaciones centren nuestra atención cuando estamos estudiando. La ansiedad puede suponer otro obstáculo, en bajos niveles puede aumentar nuestro rendimiento, pero cuando se supera determinado umbral, puede suponer un problema para concentrarse. La falta de interés en el estudio o en la temática puede resultar un escollo. Un exceso de tareas, o la acumulación de las mismas, puede resultar también perjudicial para centrarse en el estudio. La fatiga física o psíquica puede disminuir nuestro rendimiento o evitar una buena concentración. Por último y no menos importante, la falta de voluntad. Sin esta, será complicado rendir en el estudio. En numerosas ocasiones, la problemática en los estudios no reside en la aplicación de una metodología deficiente en el momento de enfrentarse con la tarea, si no que, como bien se mencionaba al principio del párrafo, puede deberse a una falta de concentración o motivación cuyo origen es mucho más profundo. En ese caso, lo más idóneo sería recurrir a la ayuda de un psicólogo que ayude a descubrir aquellas preocupaciones y conflictos internos que impiden poder estudiar con eficacia y tranquilidad.
¿Qué se puede hacer entonces para mantener una atención adecuada?
- Eliminar todo aquello que nos distraiga a la hora de realizar nuestra tarea.
- Planificar las horas de estudio: Es muy recomendable realizar un descanso de 10 minutos por cada hora de estudio, de lo contrario, nuestra atención y concentración se pueden ver mermadas. Este descanso facilita el paso de datos a la memoria a largo plazo, o lo que es lo mismo, facilita la asimilación de información y su aprendizaje.
- Evitar una postura excesivamente cómoda (no estudiar en el sofá).
- Lograr una tensión psicofísica adecuada, o sea, que exista una mínima tensión que facilite una concentración relajada. Un nivel de activación suficiente para que facilite la concentración y no termine por dificultarlo.
- Estudiar en una habitación bajo unas condiciones adecuadas.
- Procurar siempre estudiar en el mismo lugar.
- Si existen otros problemas que nos inquietan y distraen, procurar resolverlos antes. Para ello podemos recurrir a la ayuda de un psicólogo, si es necesario.
- Evitar caer en la monotonía. Se puede alternar la lectura con el subrayado y la realización de esquemas, o bien, sencillamente cambiar de asignaturas.
- Tras la jornada de estudio o tras haber logrado determinados objetivos, procurar recompensarse. Por ejemplo, si te apetece un batido a mitad del estudio, esperar a terminar, y cumplir con los objetivos para tomarse el batido. Este evitará distracciones en medio del tiempo de estudio y funcionará como un refuerzo positivo una vez terminada la tarea.
- Intentar ver el tema a estudiar con interés. Buscar el lado positivo, interesante o agradable a lo que se estudia, aunque esto no siempre resulta fácil.
- Realizar ejercicios de concentración.
- En caso de estar nervioso, llevar a cabo alguna técnica de relajación que, llegado el caso, podría ser enseñada por un psicólogo con formación en técnicas de relajación.
Técnicas para mejorar la concentración:
- Realizar respiraciones lentas y centrar la atención en ellas.
- Imaginar un lugar agradable y concentrarse en ese lugar.
- Trazar mentalmente un triángulo, después un círculo, hacerlo desaparecer y repetir el proceso con varias figuras geométricas.
Técnicas para mejorar la motivación.
Es importante destacar que este tipo de técnicas no siempre resultan eficaces, puesto que, en ocasiones, la falta de motivación se debe a motivos mucho más profundos.
- Buscar y proponerse objetivos a conseguir. Estos han de ser realistas y acordes a uno mismo.
- Emplear técnicas activas de estudio, como el subrayado, la esquematización, etc. Cuanto más activo resulte el estudio, mayor implicación habrá por parte del estudiante y más se vivenciará el tema, con el consiguiente mejora en la retención de los datos.
- Hacer del estudio un hábito. Llevarlo a cabo a la misma hora y en el mismo sitio.
- Darse gratificaciones cuando los objetivos se hayan visto cumplidos. Los objetivos se habrá planificado previamente.
- Realizar un sobreesfuerzo inicial. Si en los primeros días del curso se realiza un mayor esfuerzo, resultará más sencillo comprender los temas que se impartirán posteriormente y coger el ritmo de la clase y de estudio.
- Procurar desarrollar la curiosidad. A veces algunas asignaturas se consideran un rollo por el profesor, la opinión de la clase, nuestros intereses, etc. Es aconsejable ver cuales son los motivos y procurar no coger la asignatura dando por hecho que es un rollo. Procura mirarla con curiosidad, buscar el lado interesante de la misma. En último caso, pensar que si se quiere aprobar y llegar a terminar el colegio, instituto o la carrera, no queda más remedio que aprobarla.
- Procurar evitar distractores. Quita todo aquello que te distraiga de alrededor.
- Intentar tener confianza en uno mismo. Este punto es muy fácil decirlo, ahora bien, llegar a tenerlo supone realizar un trabajo interior a largo plazo en algunos casos.
Autor: Juan Martínez Chacón