El ser humano es un ser social por naturaleza que vive en continua interacción con otras personas a lo largo de su vida. No obstante, necesita de éstas, tanto para su desarrollo, como para su propia supervivencia. Dos piezas clave para la vida de muchas personas son la familia y la pareja, aunque no siempre las relaciones con éstas resultan tan fáciles como cabría esperar. En ocasiones, se producen conflictos que afloran en el seno de estas relaciones. La terapia de pareja tiene la finalidad de procurar la resolución de dichos conflictos que se producen entre ambos y, por consiguiente, se produzca una mejora en la relación o bien se de con aquella solución que resulte más satisfactoria para los dos.
La forma de actuar del psicólogo y la técnica a utilizar, varía en función de la pareja y su problemática. No obstante, los problemas de cada pareja varían dependiendo tanto de sus componentes, como del tipo de relación que mantienen entre ambos, los roles establecidos, así como la repetición de patrones aprendidos desde muy corta edad o creencias disfuncionales sobre la pareja. Un problema que se observa con bastante frecuencia es la falta de comunicación que existe entre los componentes de la pareja. Entendiendo por comunicación aquella en la que las personas son capaces de comunicar lo que realmente desean transmitir al otro. O, lo que es lo mismo, que sean capaces de expresarlo y de decir lo que realmente quieren decir sin necesidad de codificar el mensaje en indirectas, reproches, etc. Reduciéndose por tanto los malentendidos y aumentando la capacidad de resolver conflictos entre ambos. La terapia de pareja es de gran utilidad en la mejora de la comunicación y, por tanto, la disminución de todos aquellos conflictos que surgen a raíz de esta falta. Esta terapia psicológica abre la puerta a una mayor comprensión sobre el otro y al aprendizaje de una verdadera comunicación.
No obstante, la labor del psicólogo no se queda en ese punto. La problemática de la pareja puede ser tan variada, que resultaría imposible describir todos los posibles conflictos que pudieran existir entre los componentes de la misma, así como del proceder del psicoterapeuta para cada uno de ellos y la técnica a utilizar. Aún así, cabe destacar que entre los frecuentes motivos de consulta se observan, no solo los conflictos que se manifiestan en discusiones cotidianas y reproches y mutuas exigencias, si no también en la pérdida de interés en la pareja, insatisfacción, infidelidad, etc.
En conclusión, la labor del terapeuta consiste en dar con la verdadera problemática que reside en la
pareja, en aquella que se manifiesta en discusiones cotidianas y conflictos más superficiales, para procurar lograr una solución de la misma. De este modo, ayudar y facilitar que ambos miembros de la pareja aprendan a comunicarse de manera real, aprendan a respetarse mutuamente y, en definitiva, aprendan a crecer como personas en pareja.